Otra vez me están llamando. Me despierto poco a poco y me sacudo la bruma del sueño sacudiendo la cabeza.
-¿Qué quiere ahora? ¿No puedo dormir ni una hora sin que ocurra algo? -le espeto al jefe de médicos.
-Es que, bueno... ha pasado... algo. Es mejor que lo vea usted. -en la cara se le ve que está nervioso y preocupado.
-Está bien, vamos a ver qué ha pasado... -me levanto de la cama con un suspiro de cansancio y me visto lentamente.
Hace ya unas cuantas semanas que estamos aquí, porque nos queríamos asegurar de que Iris se recuperara del todo antes de seguir. Mientras nos dirigimos al cubil que ha estado ocupando Iris estas semana me empiezo a preocupar. Todo el mundo me mira con lástima y se ve que mi guía está nervioso.
Me deja junto a la entrada y entro. Tardo un momento en comprender lo que veo. Hay una nota sobre la cama deshecha: "Dániel, estas semanas han sido increíbles a tu lado. Me has demostrado que se puede querer a una persona incluso sin acordarte de ella, sin conocerla. Pero debo irme. Mi estancia aquí os pone en peligro a todos. Lo siento. Te quiero, Iris."
Se ha ido. Se ha marchado. Por voluntad propia.
Me siento en la cama, esto era lo último que me esperaba.
No lo puedo evitar, me derrumbo. Sé que pensaréis que soy un debilucho y un llorica, pero me da igual. La mujer de mi vida se acaba de ir y ahora mismo lo único que quiero es dejar de existir en un mundo donde Iris no esté conmigo.
Se acerca alguien, abro los ojos y alzo la mirada.
Mi madre me observa. Bueno "mi madre".
La pena que sentía por el abandono de Iris se transforma en ira, una ira que tengo que soltar contra alguien.
Y tengo a la víctima perfecta justo enfrente:
-Hola -me estoy conteniendo, buscando una excusa.
Esa señora, sin mediar palabra, se acerca hacia mí. Me apartó y ella se frena en seco, se le ve en la mirada que le ha dolido mi gesto, pero también lo comprende y sabe lo que se avecina.
-No te atrevas a tocarme -susurro con una tranquilidad engañosa, pues mi interior es como un volcán entrando en erupción-. Tú, que llevas diecisiete años desaparecida. Nunca has estado a mi lado y lo hiciste por fines egoístas. ¿De verdad que lo hiciste por mí? Yo creo que no, lo hiciste para ahorrarte el tener que ver cómo moría joven.
>Pues se acabó, no quiero saber más de ti. En mi vida. Tú no eres mi madre, nunca lo has sido ni lo serás. Ya es tarde. Nunca has estado para mí, siempre has sido solo para ti misma. No quiero seguir viéndote -salgo del habitáculo, dejando atrás a mi madre, paralizada, con lágrimas en los ojos y rodando mejillas abajo.
Me dirijo, hecho una furia, hacia la puerta del centro médico. Uno de los científicos me intenta detener, y con una fuerza que desconocía poseer, lo lanzo contra una pared.
Nadie más se interpone en mi camino. Llego a la puerta y salgo. Nadie me sigue.
Al salir al pasillo, han vuelto a aparecer el cartel y los caminos de distintos colores.
Elijo uno al azar y lo sigo hasta el final. Desemboca en una celda, como en la que me encontraba cuando desperté, casi un mes atrás.
Entro y encuentro algo que me hace darme cuenta de lo que acabo de hacer.
Me estoy viendo en un espejo, con una barba que parece de vagabundo, ojos rojos y enfebrecidos...
Por enésima vez, me derrumbo y con lágrimas cayendo por mis mejillas, me sumerjo en el mundo de los sueños. Un mundo que es solo mío.
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