jueves, 28 de febrero de 2013

Capítulo 8


Estoy en mi cama. Últimamente acuso unos dolores de cabeza muy fuertes y tengo mucho sueño, no sé qué me pasa.
Me levanto lentamente, y aún así me mareo al ponerme de pie.
Me quedo quieto unos segundos hasta que llaman a la puerta.
No sé cómo he llegado hasta aquí, pero debo seguir con mi vida lo más normalmente que pueda.
Siguen llamando a la puerta y bajo corriendo las escaleras, aunque estoy a punto de caer varias veces.
Llego a la puerta y abro. Es Iris y parece agitada. Ahora me doy cuenta de mi desnudez, estoy en calzoncillos frente a la chica que me gusta. Me pongo rojo hasta las orejas.
-Dániel, ha pasado una cosa -entra sin pedir permiso, lo que no me molesta, y me demuestra que no se ha dado cuenta de mi semidesnudez.
-Pasa a mi habitación, allí podremos hablar tranquilos.
Subo por las escaleras con ella detrás y nada más llegar me empiezo a vestir.
-Tú dirás, ¿qué ha pasado?
Sin mediar palabra me prueba lo que en un principio tomo por un termómetro, aunque luego me doy cuenta de que es una prueba de embarazo.
Está rosa.
Recuerdo lo que hablamos la última vez que nos cruzamos por los pasillos.
-¿Es de tu hermana?
-No. Es mío.
>El día de la fiesta, cuando discutimos, yo me estaba mal por todo lo que nos había pasado. Jack se me acercó para ver qué me pasaba. Como había bebido, no controlaba muy bien mis actos y acabamos haciéndolo. Hace un mes que no me baja la regla.No lo he vuelto a hacer desde entonces, así que el bebé solo puede ser suyo. No pasaría nada si abortase, pero no lo quiero hacer. Es mi hijo y no puedo matarlo.
>He venido porque no sabía en quién confiar. A Jack no se lo puedo decir, porque se va dentro de dos meses a su país y no quiero que se quede aquí por mí... He venido para pedirte que seas el padre.
No sé qué decir, mi primera respuesta es negativa, pero si quiero volver con ella, tendré que aceptar al bebé.
-Vamos a hacer una cosa, lo intentamos pero no me comprometo a nada.
-Me parece bien, Dániel -se pone de puntillas y me besa. Yo intento transmitir toda mi pasión en ese beso. En ese beso me he puesto a mí mismo, a mi propio ser.
Me está volviendo a entrar sueño, así que llevo a Iris escaleras arriba. La deposito suavemente en la cama, me desvisto y me tumbo a su lado.
Allí, abrazado a ella, soy feliz, y así me quedé dormido, esgrimiendo una sonrisa de genuina felicidad.

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