viernes, 8 de marzo de 2013

Capítulo 23

Nos hemos alejado unos cuantos metros del claro donde sigue Iris. Allí, Chas empieza a recoger unas cuantas plantas del suelo mientras yo le miro, hasta que le pregunto:
-¿Te ayudo? -nada más preguntarlo me suena un tanto infantil.
-No. De momento no hace falta que hagas nada.
Sigo de pie en mitad de los arbustos viendo a Chas agachado, arrancando hierbas y flores diversas. De un saco que lleva a la cintura saca un cuenco, donde lo mezcla todo. Después lo machaca y vierte agua. Nada más entrar en contacto con la masa, un siseo asciende desde el bol, mientras una nube de humo grisáceo y sucio asciende hasta alcanzar mi nariz. El aroma es sorprendentemente agradable y recuerda a un día de primavera, con el césped recién cortado, justo cuando acaba de llover. Evoca recuerdos de vacaciones que pasé en el norte, donde llovía casi todos los días.
Cuando me quiero dar cuenta, Chas ya se ha levantado y lleva la mezcla con sumo cuidado hasta el claro donde Iris sigue respirando entrecortadamente.
Siguiendo las indicaciones de Chas, me tumbo al lado de Iris y pongo una mano sobre su corazón. Como él mismo explica el ritual consiste en transportar la conciencia de Iris hasta uno de sus clones, pero para ello necesita ayuda externa. Esa ayuda externa, seré yo. En caso de que no consiga depositar su conciencia en las próximas veinticuatro horas, su mente pasaría a formar parte de mi cuerpo, creando un engendro con dos conciencias habitando en un solo cuerpo, lo que causaría su destrucción.
-Chas, ¿cómo es este ritual? Quiero decir, ¿cómo lo descubriste?
-La verdad es que lo descubrió un antepasado, pero desde entonces lo hemos utilizado todos los miembros de la familia. Yo, por ejemplo, lo uso cada vez que me estoy haciendo viejo, pero solo se puede usar un par de veces así que esta es mi última, llamémoslo, reencarnación, aunque técnicamente sea yo mismo.
-De acuerdo. Entonces, ¿lo único que tengo que hacer es encontrar a un clon de Iris y tocarle?
-Exacto, en cuanto lo toques, su conciencia se introducirá en el clon. Pero recuerda, no tardes más de un día.
Nos ofrece a beber del cuenco. Yo me bebo más o menos la mitad y hacemos que Iris trague lo que resta. Me vuelvo a tumbar y pongo la mano en su corazón. Oigo que Chas empieza a realizar unos cantos guturales y a medida que avanza su canción, me introduzco cada vez más en un mundo de sombras.
Estoy rodeado de oscuridad. Puedo percibir mi cuerpo, aunque no soy capaz de verlo. Me acerco una mano a la cara, pero no veo ni la más mínima sombra. Un punto de luz diminuto se comienza a ver en la distancia. Me encamino hacia él y, a pesar de lo lejos que parecía, en unos pocos minutos ya estoy delante suyo. Es una estrella enorme. Acerco la mano a ella, pero no quema. Solo siento un ligero cosquilleo que me recorre el brazo y se extiende hacia el resto del cuerpo. Ese cosquilleo se transforma en un temblor, que cada vez va aumentando la intensidad. Intento retirar el brazo, pero no puedo porque se me ha quedado como congelado.
A pesar de que utilizo todas mis fuerzas, no consigo desplazarme ni un centímetro. De repente, la estrella empieza a menguar y con ella el temblor que me sacude. Llega un momento en el que la inmensa estrella que fuera, se convierte en una diminuta chispa, que no tarda en unirse a mi brazo. Ahora mi brazo me ilumina el camino, pero no me hace falta. Siento un tirón en el estómago que me propulsa lejos de esa tibia oscuridad que me rodeaba.
Estoy aún tumbado en el claro, mirando las estrellas y siento a mi lado la calidez del cuerpo de Iris. Pero hay algo que está mal. Mi mano, que continua sobre su pecho, busca el familiar latido de su corazón, pero no lo consigue encontrar. Levanto el brazo y le busco el pulso en la muñeca y el cuello, pero no hay suerte. A pesar de que ya sabía lo que iba a pasar, me asusto y rompo a llorar sobre Iris, que está cada vez más fría.
-Tranquilo, mírate el brazo.
Hago lo que Chas me ordena y veo que mi brazo brilla ligeramente en la penumbra que nos rodea. Me concentro en esa parte del cuerpo y siento un latido que no tendría que estar ahí.
Es Iris. Está viva.

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