lunes, 4 de marzo de 2013

Capítulo 19

Me despierto en mi habitación, abrazado a Iris, que con mi repentino movimiento se ha despertado.
-Buenos días, pequeña -susurro, con el corazón golpeando las paredes de mi pecho con fuerza.
Ella me mira con esos ojos verdes, en los que percibo algo raro aunque no me doy cuenta de qué es, y sonríe. Una sonrisa que no alcanza los ojos.
Ella debe de darse cuenta de que me pasa algo, porque me pregunta:
-¿Estás bien? -frunce el ceño, pero sigo viendo algo extraño en sus ojos.
Sé que me estoy olvidando de algo, algo importante, pero no consigo recordar qué es.
En respuesta sonrío, tratando de quitarme esas imágenes de la cabeza y digo:
-Claro que sí, ¿qué me va a pasar?
Se ve que duda, pero decide dejarlo para otro momento.
-No sé, te veía preocupado. Da igual, hoy he quedado con Magdalena para ir al ginecólogo -dice mientras acaricia su abultado vientre.
-Está bien, pero me gustaría acompañarte.
-Otro día vendrás conmigo -la sonrisa no abandona su rostro, pero se ve que está preocupada por algo.
No pregunto nada, pensando que si le pasase algo me lo diría, y me voy a vestir. Me pongo un bañador y salgo al jardín con la intención de darme un baño pues, aunque es temprano, el sol ya calienta bastante.
Me meto en la piscina de golpe y siento la gélida caricia del agua por mi cuerpo.
Cuando salgo, me examino y encuentro cicatrices y moratones de los que no tenía constancia haberme hecho. Tengo incluso una herida en una mano que parece de un mordisco... de algo enorme.
Decido dejar de lado todas las cosas raras que me están pasando hoy y simplemente disfrutar de este día de verano, y así hago hasta que un portazo me despierta. Oigo las voces de Magdalena e Iris riendo a carcajadas y sonrío. A pesar de que hay algo raro, su risa sigue siendo la misma de siempre.
Miro a mi alrededor y observo que el sol está ya muy alto. Hay algo raro, clavado en la rama de un árbol. Es una nota, escrita con la letra de Iris. Pensando que me dirá que no vendrá a comer, o algo así. Por eso, lo que leo me deja anonadado: "Dániel, lo que estás viviendo es mentira. Esa Iris con la que estás no es la verdadera. Es un clon. Mi clon. Si quieres saber más, reúnete conmigo en el jardín trasero de mi casa a media tarde."
Tardo diez minutos en vestirme y coger la moto y otros cinco en llegar a casa de Iris. No sé por qué decido ir, quizá sea por las extrañas sensaciones que he tenido hoy. A pesar de que es pronto, decido esperarla ya en el jardín porque sé que sus padres no están.
A la hora indicada, aparece la propia Iris. Lo raro es que no está embarazada. La miro con extrañeza y ella responde frunciendo el entrecejo:
-¿De verdad no te acuerdas de nada?
En respuesta simplemente niego con la cabeza. Ella me lanza una espada y yo la recojo al vuelo con una maestría que desconocía poseer.
Nada más agarrar la empuñadura, una lluvia de imágenes sacude mi mente. Pero no las encuentro sentido. Ningún sentido.
Sacudo la cabeza y suelto el pomo de la espada. Me alejo de espaldas, pero tropiezo y caigo cuan largo soy. Sigo arrastrándome mientras las cientos de imágenes danzan ante mis ojos. No puede ser verdad lo que veo.
No lo acepto. Iris me mira con lástima y esboza una media sonrisa.
-Triste, pero cierto ¿ya te acuerdas?
-No. Yo no te conozco. Tú no eres Iris -me levanto y recojo la espada. Suelto un tajo a su cabeza, que ella esquiva con facilidad.
-¿No sabes hacerlo mejor, "pequeña"? -el modo en el que pronuncia la palabra pequeña me revela que me ha esta espiando.
Siento un aguijonazo en la espalda y al volverme veo a un chico ataviado con una especie de armadura.
-Cuando despiertes, estarás mejor -su voz me hace recordar, tiempos no muy lejanos pero ya olvidados por mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario