domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 16

Eso de despertar todos los días con Iris es una maravilla, cada vez que la veo sonrío y todas las preocupaciones se disipan en mi mente.
Por otra parte, lo que no va tan bien es la búsqueda de la salida de la prisión. Este camino no es tan fácil como el que seguimos para llegar hasta aquella sala. Todas las noches, nos reunimos en un círculo y comentamos los descubrimientos que hemos hecho Iris y yo gracias a nuestros clones. Los últimos días hemos estado intentando averiguar nuestra situación mediante nuestros clones pero no hemos podido aún.
Pero hoy, por fin, he conseguido encontrar el camino para la salida. Por la mañana, recogemos todos nuestros bártulos  y dejamos la habitación que nos ha servido de guarida durante las últimas semanas.
Escogemos el camino de la derecha y nos encaminamos hacia lo que ahora sabemos que es la salida.
Llegamos a una bifurcación y seguimos adelante hasta que llegamos a una especie de verja metálica que corta el camino.
Sacamos una de las espadas que llevamos y cortamos las cadenas. No nos llevará más de dos minutos despejar el camino, pero en ese tiempo, nos han alcanzado sin que nos demos cuenta.
Ellos creen que se mueven de manera sigilosa, pero yo puedo oír sin problemas sus pasos y hasta su respiración. Hago un gesto, previamente acordado, a los demás que significa que tenemos compañía. Uno a uno extraemos nuestras pistolas de sus fundas y quitamos los seguros. Cuando ya están todas las armas fuera, nos damos la vuelta velozmente, rodamos por el suelo y al levantarnos nos ponemos a disparar a diestro y siniestro. En unos segundos ya hemos eliminado a todos los guardias.
Como os imaginaréis, estos movimientos han sido ensayados durante estos días de "descanso".
Cuando nos damos la vuelta, la verja ya está totalmente abierta y nos introducimos por ella. La cerramos a nuestras espaldas y seguimos corriendo por el pasillo, que continua sin desviación alguna. Llegamos a una pared blanca que nos cierra el camino. Una puerta automática se abre y todos pasan pero cuando me llega a mí el turno, la puerta se cierra y nos quedamos Iris y yo, aislados.
El pasillo se está llenando de niebla que nos hace toser y marearnos pero nos ponemos unas máscaras de gas que cogimos de la zona de entrenamiento y nos preparamos para la pelea. En los instantes que hemos tardado en ponernos las máscaras el pasillo se ha llenado con, al menos, una veintena de guardias.
Mi espada aparece como por arte de magia en mi mano y, a la vez, Iris y yo saltamos hacia delante, ella disparando con sus pistolas y yo dando vueltas a mi espada.
Alcanzamos a muchos guardias pero cada vez llegan más pero, de repente, un temblor nos hace pararnos en mitad del combate. Una de las paredes, por la que se habían esfumados nuestros compañeros, se ha derrumbado y nos esperan allí, pistolas en mano, haciéndonos señas para que corramos. Arrancamos a correr mientras nuestros compañeros nos cubren y alcanzamos la brecha antes de que se derrumbe una porción de pared, dejándonos aislados y a oscuras.
Encendemos nuestras linternas y nos encontramos en una cueva natural con un acantilado a nuestros pies, al fondo del cual se escucha el rumor del agua cayendo, mientras que una estrecha cornisa lo bordea hasta perderla de vista.
Decidimos acampar allí, al borde del acantilado.
A la mañana siguiente comenzamos a andar y durante horas, no nos rodea más que oscuridad y un abismo que parece infinito.
Llegamos al otro lado y nos encontramos con una peculiar escena. Un ascensor llega hasta la cueva y de la cueva parten varios caminos, todos de color blanco.
Según los plano, ese ascensor es el que nos llevará al exterior.
La parte mala es que está muy vigilado.
Habrá que idear un plan.

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