domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 15

La riada de personas que entran por la puerta parece eterna pero llega un momento en el que acaba. Las nuevas fuerzas de los guardias empiezan a decantar la balanza a su favor, lentamente, como si no tuvieran prisa por vencernos.
Mis hombre siguen haciendo denodados esfuerzos para repelerlos y por unos momento parece que lo consiguen, pero el desánimos empieza a cundir en nuestras filas y mis balas ya se están agotando. Recojo mis armas de mi alrededor y con un gruñido de esfuerzo me levanto:
-¡Retirada! ¡A la puerta! ¡Retirada! -grito con todas mis fuerzas.
El combate se detiene y todos me miran. Voy renqueando hacia la puerta y cuando llego veo que mis compañero están corriendo hacia mí. Les dejo pasar mientras termino de vaciar mis cargadores en las primeras filas de guardias.
En cuanto paso, mis compañeros cierran las puertas y las atrancan.
-¿Estáis todos bien? -pregunta Iris que tiene un corte poco profundo en el brazo y por lo demás parece ilesa.
-No -solo consigo articular eso antes de desmayarme.

Estoy en mi habitación con Iris al lado y Magdalena enfrente. Están discutiendo por qué nombre le van a poner al bebé. A Iris ya se le nota el embarazo. Me quedo mirando la ligera curva de su vientre, embobado, hasta que Magdalena salta:
-Preguntemos al padre, a ver qué opina él -vuelvo a la realidad en el preciso instante en el que Magdalena me taladra con sus ojos oscuros-. ¿Y bien? ¿Qué nombre te gustan a ti?
-Pues no sé, la verdad es que me da un poco igual...
-¿De verdad? ¿No te importaría entonces tener un hijo que se llamara Gervasio o... Armenio o... cualquier otro nombre así?
-No, pero tampoco me voy a preocupar. Me vale con que sea mi hijo -para que Jack no se entere, Iris y yo hemos decidido fingir que el niño es nuestro.
-Qué bonito... En fin, aún queda mucho para que nazca, así que ya habrá tiempo de pensar el nombre. Entre tanto, nos podemos ir de compras -dice a Iris con una sonrisa.
-Me parece una idea fantástica. Voy a por mi bolso.
Iris sale de mi habitación y va a la suya, de la que en realidad solo usa los armarios porque duerme conmigo y siempre está en mi habitación, pero que sigue siendo suya.
Yo salgo al jardín de atrás y me tumbo en una hamaca, al sol, porque estamos en pleno verano. La piscina está a mis pies y de ella provienen vaharadas de aire ligeramente más frío y refrescante.
Oigo el portazo que dan Magdalena e Iris al salir sin moverme. Volverán cuando quieran, además así yo tengo tiempo para pensar.
Las cosas se han complicado ligeramente. Esas lagunas que tengo son cada vez más extensas y sigo sin acordarme de nada pero un sexto sentido me advierte de que tenga cuidado, que no todo es lo que parece.
Unas imágenes llegan a mi memoria. Yo vestido con un mono negro y lanzando cuchillos. Iris disparando a lo que parece un guardia de seguridad. Montones de gente corriendo por lo que parecen  los blancos pasillos de un hospital, pero con una lluvia de balas tras ellos.
Alejo mi mente de esas imágenes y me centro en lo que está pasando con Iris.
No estamos bien, desde que volví con ella no hacemos más que discutir, además de esas lagunas que tengo en la mente, sé que hay algo con ella que no es normal y no es solo por el sexto sentido que tengo a veces, también son gestos y expresiones que antes no hacía, como fruncir el ceño o sonreír solo con los labios, manteniendo los ojos inexpresivos. Parece que son gestos que no le salen de forma natural, si no que le han enseñado a hacerlo así.
El mundo a mi alrededor se desvanece y me dejo caer en brazos de la duermevela.
Despierto tumbado en el frío suelo, que alivia el dolor de mi espalda. Iris está agachada sobre mí y me da leves cachetes en las mejillas.
-Ya despierta -afirma.
-¿Qué ha pasado? -me siento como si me estuvieran clavando alfileres por todo el cuerpo.
-Tú nos lo dirás.
-¡He vuelto a tener una de esas visiones! Tú estás embarazada -digo mirando a Iris-. y estás viviendo conmigo. Y yo, cuando tengo esas visiones, no soy capaz de acordarme de nada más que de lo que he vivido en otros "viajes".
-Creo que ya sé lo que te pasa -afirma el clon de mi madre-. Estás desarrollando una ramificación poco común de tu enfermedad por la que puedes establecer conexiones con cualquiera de tus clones en cualquier momento.
>Es una habilidad que será útil y que se puede enseñar y practicar. Si se lo enseñaras a Iris, podríamos saber qué pasa en la prisión y en el mundo real cuando quisiéramos.
-¿Pero ese proceso no puede ser también a la inversa? -pregunto, temeroso de poner en peligro la misión con mi mera presencia.
-No, para nada. No sabemos por qué pero solo el original puede acceder a la mente de sus clones. Si os parece pararemos ahora a descansar y así podréis comenzar de inmediato con el entrenamiento.
Todos estamos de acuerdo, así que me separo con Irisi y nos sentamos alejados del grupo.
-No es un proceso nada agradable tener contacto con la mente de uno de tus clones. Te puede dejar dolor de cabeza, náuseas...
-Así sabré cómo es estar embarazada -suelta una carcajada y yo sonrío.
-Para alcanzar la comunión con tu clon, debes concentrarte en el lugar en el que está ese clon o bien solo en el lugar y esperar a que pase un clon tuyo por allí, ¿de acuerdo? Al menos, así es como lo hago yo. Inténtalos.
Iris cierra los ojos y los mantiene así durante unos minutos. De repente los abre y están totalmente blancos. Se desmaya y llego justo a tiempo para evitar que su cabeza choque con el suelo. A los pocos minutos, vuelve.
-¿Qué ha pasado? -pregunto preocupado.
-Estoy de compras con Magdalena -arruga la nariz, porque nunca se ha llevado bien con ella-. Estamos comprando una falda horrorosa para mí. Qué mal gusto tienen mis clones -vuelve a reírse y yo la secundo.
No sé cómo pero al final acabamos dando rienda suelta a toda la tensión que hemos sufrido estos días en forma de pasión.
Cuando volvemos a donde se encuentra el grupo, tengo la sensación de que nuestra relación va a poder sobrevivir a esta aventura. A partir de esa noche dormimos juntos.

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