domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 13

Cuando llegamos al comedor, allí no hay nadie pero esperamos pacientemente, agazapados en un rincón de sombras. Por eso vemos aparecer a mi clon antes de que él nos llegue a ver.
Salimos a la luz que proporciona la linterna que lleva. Cuando nos ve se sobresalta ligeramente pero en seguida se recupera:
-Seguidme -ordena en un quedo susurro.
Vamos tras él y llegamos hasta una minúscula cabina en la que antes no habíamos entrado. Empiezo a pensar que aquí hay demasiados secretos. Allí hay más de veinte personas, esperándonos. La mayoría son clones míos pero también hay de Iris y hasta uno de mi madre, al que miro de manera sesgada y suspicaz.
-Estamos aquí porque os he llamado. Llevamos mucho tiempo esperando esta oportunidad. Es la oportunidad de escapar de esta prisión y llegar al mundo real.
-Estoy de acuerdo -interviene uno de los clones de Iris-. Tenemos que aprovechar nuestra oportunidad. Nunca hemos estado tan bien preparados y dudo que lo volvamos a estar si dejamos escapar esta oportunidad.
-¿Alguien piensa explicarnos qué pasa aquí? -exclamo, casi gritando, lo que provoca que reciba una veintena de miradas asesinas.
-Sí, perdonad. -dice mi clon, el que nos condujo hasta aquí-. Veréis. Todo lo que dijo tu madre esta mañana es cierto, salvo una cosa. Ella no rescata a los clones. Los secuestra para intentar destruir la cárcel con todos los que padecéis tu enfermedad dentro. Así evitaría la guerra que se aproxima. En principio, sus intenciones eran buenas, pero se ha ido torciendo y ahora está obsesionada con destruir la cárcel pero no para eso si no para matar a todos los clones que para ella son humanos de segunda, sin ningún tipo de derecho ni libertad. Por eso queremos escapar. Lo paradójico es que esté utilizando clones para llevar a cabo su plan.
>Pues bien, hemos pactado con los guardias que nos conducirán a la zona blanca y allí nos dejarán. La única salida que existe de este lugar está pasando por allí.
>También sabemos con certeza que tú eres el original pero que han introducido en la realidad un clon tuyo. En realidad de los dos -dice mirándonos alternativamente a Iris y a mí.
-Lo sé -respondo sorprendiendo a todos-. Si me concentro puedo saber qué está haciendo y con quien está.
-¿De verdad? Eso es increíble. Tendremos que estudiarlo pero para ello hay que salir de aquí. ¿Estáis preparados?
-Desde luego -respondemos los restantes, a coro.
Salimos silenciosamente de la sala y recorremos el restante terreno que nos separa de la "zona gris" en menos tiempo del que nos llevó ir en dirección contraria.
Alcanzamos la zona gris antes de que enciendan los fluorescentes que alumbran los pasillos. En cuanto ponemos un pie allí, los carteles con indicaciones aparecen y seguimos un camino que lleva hasta un centro de entrenamiento donde nos proveemos de armas y de munición. Después vamos hasta la cantina y allí tomamos un copioso desayuno y esperamos hasta que aparezcan los guardias.
Tras muchas horas de espera, en las que volvemos al centro de entrenamiento y practicamos con las armas (nadie me consigue ganar con la espada) volvemos a la cantina y allí nos esperan ya los guardias. En silencio los seguimos.
Me doy cuenta de que no paran de mirarnos de reojo y de mirar a nuestro alrededor. Por eso, cuando paran no dudo en gritar:
-¡Al suelo!
Todos me obedecen y gusto a tiempo. Una lluvia de balas pasa sobre nuestras cabezas y nosotros, tumbados como estamos, nos empezamos a arrastrar hacia donde se encontraban los guardias. Debido a una humareda que se ha levantado, y que nos hace llorar y toser sin parar, los guardias no nos ven llegar y les pillo por sorpresa con mi espada ya desenvainada mientras a mi lado Iris gira sobre sí misma con una pistola en cada mano en una especie de danza mortal.
Yo me centro en mi propia pelea. Uno de los guardias ya se dirige hacia mí con su pistola apuntándome. Antes de que se de cuenta ya le he lanzado una espada directa al corazón y se la clavo. Una ligera resistencia frena mi mano y mi espada queda trabada en su cuerpo.
La dejo y saco mis cuchillos. Mientras tanto voy corriendo hacia uno de los guardias, que está de espaldas a mí. Debe oírme llegar porque se da la vuelta y dispara pero yo ruedo por el suelo y consigo esquivarlo. Me ha faltado decir, que las balas van muy despacio, o quizá es que yo voy más rápido de lo normal. Le lanzo uno de mis cuchillos a la cabeza pero lo esquiva, aunque por muy poco, por lo que sigo corriendo y salto sobre él. Los dos rodamos sobre el suelo. Al final, abro una brecha en su defensa y le corto en un costado por lo que se aleja de mí y ahí aprovecho yo y le doy un corte en el cuello. Me doy la vuelta y voy a por mi cuchillo que se ha quedado a unos metros. Lo recojo y vuelvo a la refriega. A pesar de su superioridad numérica, es obvio que los guardias están en apuros aunque de un momento a otro llegarán sus refuerzos.
-¡Vámonos! -grito por encima del ruido de la pelea.
Todos me miran y asienten. Echamos a correr por el pasillo y nos llevamos por delante a unos cuantos guardias.
Cuando dejamos atrás la refriega, nos paramos. Sólo hemos perdido a tres personas en la pelea pero a estas alturas toda la prisión sabrá dónde estamos.
-Todo tiene su lado bueno -dice el único clon de mi madre que hay-. Hemos llegado a la zona blanca.
Me doy la vuelta y en efecto. Allí está ese pasillo, infinito como la última vez.
Me dirijo hacia él con decisión. Doy el primer paso y entro. Todos me siguen.
Cuando estamos dentro, algo pasa. Una alarma empieza a sonar.
Mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario