domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 2

Me miro a mí mismo. Me estoy despertando. Qué raro es todo esto, no le encuentro el más mínimo sentido. Me acerco y una lucecita de advertencia se enciende y una estruendosa alarma empieza a sonar.
Con el repentino ruido, mi otro yo se ha despertado del todo. Nos quedamos mirándonos, frente a frente. Retrocedo lentamente y tan rápido como empezó, todo acaba.
Justo a tiempo, ya que oigo pasos tras de mí, corriendo hacia aquí.
Tengo que irme rápidamente, no vaya a ser que me encuentren. No sé cómo, pero una vocecita en mi cabeza me dice que mi primer encuentro con ellos tiene que ser voluntario, no pueden encontrarme merodeando por ahí.
-¡Corre!- grito a mi otro yo-.
Pero no ha hecho falta, cuando me quiero dar cuenta él ya está saliendo por la puerta y yo me apresuro a hacer lo mismo.
Nada más salir, aparecen de nuevo todos los caminos y esta vez cojo uno al azar, el rojo creo que es.
Tengo que correr más rápido, me están alcanzando. No sé cómo pero consigo acelerar. Últimamente hago muchas cosas a las que no encuentro explicación.
Les estoy dejando atrás, me tengo que esconder otra vez.
Rezando para que no esté ocupada, entro en la primera habitación que encuentro.
Qué suerte, no lo está. Entro lo más adentro que puedo y busco un rincón en sombras, lo que es bastante difícil porque las habitaciones son redondas.
Al final desisto y me quedo al lado de la puerta, pensando que es la mejor oportunidad que tendré para escapar en caso de que entren.
Ya se les oye aunque tardan aún varios minutos en llegar.
Se paran justo delante de la puerta, así que oigo perfectamente la conversación que mantienen:
-Debe estar por aquí, no ha podido desaparecer sin más.
-Igual está en una de estas habitaciones- dijo una voz femenina que me suena bastante, aunque no la consigo ubicar.
-De todas formas no tenemos tiempo para registrarlas todas, así que la mitad de nosotros continuaremos por el pasillo y los demás mirarán en algunas de estas habitaciones. ¡En marcha!
Me preparé para echar a correr en cuanto se fuera la mitad del grupo, ya que no veo una oportunidad mejor para huir, y cuando estaba preparándome para arrancar en sprint, oigo la misma voz que antes no conseguía ubicar:
-Venga, empezad a buscar -dice.
Se separan, bien esta es mi oportunidad, pero aún estoy dándole vueltas al misterio de la voz que no consigo ubicar. De repente tengo una revelación: es Iris.
No entiendo nada. Vale que besara a su hermana, pero encerrarme en un sitio como este y solo... eso es pasarse un poco. Por un momento estoy tentado de salir para hablar con ella, pero oigo que se alejan. Esta es mi oportunidad.
Salgo corriendo como alma que lleva el diablo, pero, qué casualidad, me encuentro con una sorprendida Iris de frente. Lleva un arma en las manos. Salto sobre ella y con una rapidez y fuerza que desconocía tener, le arrebato el arma y la golpeo con ella.
Sigo corriendo ya que el ruido de la caída debe haber alertado a los guardias. Esta vez no escojo ningún camino, al menos conscientemente, aunque tengo la sensación de saber muy bien a donde voy.
A estas alturas ya he dejado de sorprenderme por nada, simplemente sigo corriendo lo más rápido que puedo.
No noto nada que revele que me están persiguiendo y paro justamente delante de una puerta y entro.
Es un baño, menos mal, tengo que ver como estoy. Llamadme superficial, pero siempre me ha obsesionado mi aspecto.
En cuanto entro, me miro en el espejo. Estoy desnudo de cintura para arriba y por la tensión de la carrera se me marcan todos y cada uno de los trabajados músculos de gimnasio. Mi pelo castaño claro está despeinado, nunca me ha gustado como me queda de punta. Mis ojos violetas tienen un brillo febril, que me repele. También voy descalzo, pero no noto el frío propio de los azulejos por lo que el suelo tiene que ser de  otro material. Tengo que esconderme, pero ¿dónde?
Me vienen a la cabeza todas las películas de aventuras que he visto y tengo una idea.
Empiezo a examinar las paredes, el techo, el suelo y todas las superficies que encuentro y al final, en una de las cabinas, lo encuentro.
Un conducto de ventilación, o de desagüe que viene siendo lo mismo para mí en este momento: una vía de escape. Abro la rejilla y... mierda es demasiado estrecha. Me he quedado atascado al intentar entrar. De repente se abre la puerta del baño, adivinad quién entró. Pues sí, Iris.

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