domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 1

Estoy confuso, no puedo acceder a mis propios pensamientos. Quizá esto tenga algo que ver con la resaca que tengo.
"Nunca más voy a beber" pienso. Siempre digo eso, y mira de lo que me ha servido. Estoy en mitad de la nada, sin coche ni vehículo de ningún tipo y... ¿dónde está mi móvil? Joder, ya lo he vuelto a perder. Debió de caerse cuando me tumbé en el suelo... 
Las imágenes son confusas en mi mente. Me llegan fragmentos inconexos de profundas conversaciones, típicas de borrachos; imágenes de cosas que no tenía que haber hecho ¿por qué besaría a aquellas chicas? Yo solo me respondo: para poner celosa a Iris. Os estaréis preguntando quién es Iris. Pues bien: es una chica de mi instituto, una de las chicas con las que salí aunque a esta no la he podido olvidar aún. En fin, de lo que me ha servido intentarlo... Ahora me empiezan a llegar a la mente cosas más concretas de lo que pasó ayer. Una escena se presenta en primera fila y no me deja pensar en nada más. 
Soy yo, hablando con Iris. Qué guapa estaba. Estábamos hablando de lo que había hecho yo esa noche. De repente me empieza a gritar. Me llama cerdo y me tira el contenido de su copa a la cara. Me quedo en estado de shock unos segundos y después, con la indiferencia que da el alcohol, me voy a buscar otra copa. Ahora sé que me sobraban las últimas copas, pero cuando bebes, es que entra lo que sea y también sé por qué estaba tan enfadada. Besé a su hermana. Soy retrasado.
De repente un ruido corta el hilo de mis pensamientos. Viene del suelo, detrás mío. Es el móvil. Menos mal que no lo he perdido. Lo cojo. No sé de quien será ese número, pero nadie contesta, no habla. Solo se le oye respirar. De repente cuelgan.
Por primera vez desde que despertara, miro a mi alrededor. Me encuentro en una habitación. En mi habitación, pero hay algo que no cuadra... Esta habitación es redonda igual que la puerta. Me dirijo hacia allí y con solo acercarme la puerta se abre. Me asomo al pasillo y miro a ambos lados.
Está vacío.
En cuanto pongo un pie en él, varias líneas de luces se encienden en el suelo y un cartel aparece justo delante mío.
Lo leo y me resulta obvio que ese cartel es una leyenda sobre los caminos de colores. Escojo el camino verde, ya que lleva al "centro médico" y mi dolor de cabeza no remite.
Sigo el camino y no encuentro a nadie más. Después de subir por un ascensor me doy cuenta de que realmente hacen falta los caminos de colores, ya que esto es un auténtico laberinto. Unos minutos más tarde me encuentro delante de una puerta de color verde, preparándome para mi primer contacto con gente de ese lugar tan raro.
Espera un momento. Están gritando mi nombre desde detrás mío. Me dirijo rápidamente hacia la derecha, no sé por qué, pero algo me dice que no deben encontrarme. Entro en la primera habitación que encuentro, que desgraciadamente está ocupada por... no puede ser. Está ocupada por mí.

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